Año 2017. Yo, a punto de cumplir 30, llorando en mi primera sesión de nueva terapia. Sentía que algo en mí estaba fallado.
Había una creencia que siempre me había identificado, no solo por mi misma sino por mi entorno, que era: “Soy INCONSTANTE”.
Tenía miles de buenas ideas que me entusiasmaban… pero que al tiempo abandonaba.
Me aburría en mis trabajos. Probaba cosas nuevas y las soltaba.
Sentía que no podía sostener nada, que desde los 23 cuando me recibí, mi vida había sido un “empezar y abandonar”.
“Hago todo mal. No termino nada. Soy muy inconstante.”
Sil, mi psico, me escuchaba en silencio. Después me empezó a hacer algunas preguntas: qué había estudiado, si había viajado, de qué trabajaba, dónde vivía y más. Yo iba respondiendo todo cual cuestionario.
En un momento cesa la “entrevista”, espera un instante y vuelve a hablar:
_ ¿Me contaste que te recibiste, no?
_ Sí… a los 23.
_ ¿Y que te fue muy bien, cierto?
_ Sí… bah, nunca pedí la medalla de honor pero fui el segundo mejor promedio de mi camada. Era súper aplicada je.
_ Ok, y también me comentaste que estuviste mucho de novia, ¿no?
_ Emmm sí… desde los 15 a los 22. Las siguientes parejas no fueron muy estables (claro, porque soy inconstante, dudosa y no sostengo nada, pensé para mis adentros).
_ Y que trabajás desde los 18 y vivís sola desde los 25?
_ Sí, así es.
_ También que con tus ahorros hiciste muchos viajes, que te fuiste a Europa dos veces, a Colombia, a Brasil, Uruguay y muchas partes de Argentina.
_ Emmm... sí.
_ Que conseguiste trabajo de tu profesión apenas te recibiste y te va muy bien, primero en una editorial, después te lanzaste sola y hoy te llegan muchos clientes por recomendación?
_ Sí!
_ Y que cuando un trabajo no te desafiaba ni te permitía crecer más, no dudaste en dejarlo, aún a costa de sacrificar dinero o estabilidad?
_ Exacto.
Silencio de radio.
Y de repente me suelta, casi a los gritos:
“¡PERO MIRÁ QUÉ INCONSTANTE QUE SOS, EH! ¡Qué desastre! ¡Realmente una persona que no sostiene nada!”
Lo dijo entre risas e ironía. Para mí fue un cachetazo de realidad.
Nunca había cuestionado esa etiqueta que había creído toda la vida. Nunca se me había ocurrido que quizás NO ERA TAN INCONSTANTE como pensaba.
Sil me explicó que las personas necesitamos ser COHERENTES con las etiquetas que nos ponemos. Como yo me creía inconstante, necesitaba abandonar cosas para validar esa identidad.
Pero que en el fondo, lo que parecía inconstancia…
era en realidad una búsqueda incansable de crecimiento.
Esa sesión fue la primera pieza del dominó.
Voy cerrando pero te cuento el final. Si esto no era ya mucho momento ahá, Sil terminó con una vuelta de tuerca más:
“Caro, aunque hoy no lo veas, sos extremadamente constante en tu búsqueda de una vida con sentido.
Sos valiente, no te conformás con lo que no te representa o no te suma.
Lo que otros llaman inconstancia es tu capacidad de respetarte, de buscar lo que es mejor para vos y no vivir para cumplir expectativas ni mandatos que no te pertenecen”
Imagínense llegar a una terapia sintiéndote poco más que un trapo de piso a entender que mi angustia venía, en el fondo, de no ACEPTAR mi naturaleza ambiciosa, proactiva, flexible, independiente, que abraza los cambios y vivir distintas experiencias.
Era "inconstante" porque estaba eligiendo (trabajos, clientes, vínculos) desde el deber ser, que nada tenían que ver con mis propósitos ni con mis valores personales.
A partir de ahí comenzó un proceso donde a medida que iba limpiando mi interior y poniendo mi vida en orden, empecé a tomar otro tipo de decisiones y acciones. Adivinen qué: la constancia apareció sola, sin forzarla ni buscarla.
En el mail de mañana te voy a presentar una herramienta que me ayudó a darle más marco a esto y que al día de hoy sigo aplicando en mi vida y mi rutina.
Espero hayas disfrutado de este día 1 
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